Marcelo Fondacaro, CCO de Veritran, confirma en una columna de opinión que, diversas industrias se enfrentan a la problemática de la falta de insumos básicos requeridos para la fabricación de productos tales como autos, teléfonos inteligentes, entre otros, y el sector financiero no es la excepción. La falta de chips a nivel mundial podría provocar que en 2022 unas 740 millones de tarjetas de pago (débito y crédito) queden obsoletas en todo el mundo, dado que no existiría oferta de chips para cubrir la demanda necesaria. Así lo sostiene la última investigación desarrollada por ABI Research, firma global de inteligencia tecnológica, en agosto del año pasado sobre el mercado de los pagos con plásticos.
Además de la insuficiencia global de chips, problemática que data de los últimos dos años, el sector de las tarjetas de pago se enfrenta a la escasez de materias primas, que afectan directamente a las entidades bancarias al caer drásticamente la producción de elementos básicos para la fabricación de compuestos y productos plásticos.
Oportunidad
Sin embargo, esta situación puede plantearse como una gran oportunidad para el sector financiero. Tal vez sea este un momento bisagra que termine por acelerar definitivamente la transformación digital de la banca y de los medios de pagos como las wallets que vienen ganando terreno debido a su practicidad, sencillez y agilidad a la hora de operar.
Y es que hoy en día gran parte de la población mundial ha adoptado nuevos comportamientos digitales y prioriza el uso del dispositivo móvil en lugar del efectivo o el plástico. En este sentido, en 2030 los pagos digitales prácticamente se van a triplicar en el mundo hasta superar tres billones de operaciones, según se desprende del informe Payments 2025 & Beyond, elaborado por PwC.
En lo que respecta a América Latina, si bien todavía queda camino por recorrer en términos de digitalización de los pagos, existen diversas iniciativas que aúnan esfuerzos entre el sector público y privado en pos de impulsar esta transformación.
Nuestro país
En la Argentina, por ejemplo, según el Banco Central de la República Argentina (BCRA) a menos de un año de la implementación del sistema de Transferencias 3.0, la rápida adopción de los pagos con código QR interoperables logró un crecimiento de un 178%, con un promedio de 63.000 operaciones por día durante los primeros cuatro meses.
Además, de acuerdo con el último informe de Inclusión Financiera realizado por la misma entidad (BCRA), las billeteras virtuales y la banca móvil se consolidan como los canales elegidos para realizar transferencias. Durante los últimos doce meses, una de cada dos transferencias, tanto bancarias como no bancarias, se realizó a través del teléfono celular.
A pesar de esto, la adopción de medios de pago digitales todavía tiene un amplio espacio para continuar creciendo en la Argentina. Porque si bien el uso de las billeteras virtuales siguen en aumento, de nada sirve otorgar a las personas un método de pago digital si carece de aceptación en los comercios. Esto se debe a que todavía existe una deuda pendiente con respecto a la adquirencia digital, una pieza fundamental para lograr un ecosistema de pagos 100% digital que consiga desplazar a los medios de pago tradicionales y desarrolle todo su potencial.